mar
11
2012

Somos, luego comunicamos. La comunicación como base del emprendizaje social juvenil.

 

Sonja Lyubomirsky afirma en sus estudios que la mayoría de padres de todo el mundo tienen como mayor aspiración vital que sus hijos e hijas sean felices. La mayoría esperan que las escuelas contribuyan a ello. ¿Podrán hacerlo nuestras escuelas si siguen organizándose con modelos y patrones de la era industrial?

A nadie le pilla de sorpresa que nuestras realidades han cambiado. De hecho, algunas de las premisas que considerábamos básicas, resulta que ya no tienen tanta vigencia. Una de las realidades que se cita diariamente, como característica de nuestro tiempo, es la incertidumbre.  Precisamente, el experto en educación Richard Gerver plantea que el reto de nuestras escuelas es formar a los ciudadanos en la incertidumbre.

Si aceptamos que vivimos en realidades líquidas, necesitamos más que nunca educar a ciudadanos con capacidad de adaptación, cuyas habilidades para la vida les ayuden a emprender proyectos que beneficien tanto a ellos como a su comunidad. Una de estas habilidades indispensables en nuestra época es la comunicación asertiva.  Puesto que es esencial para:

  • Entender la realidad y hacernos conscientes de nuestras vidas.
  • Filtrar y seleccionar la información relevante y detectar los fines de los mensajes recibidos.
  • Detectar las necesidades personales y sociales.
  • Expresar con claridad, y en forma apropiada al contexto y la cultura, lo que se siente, piensa o necesita.
Es obvio, que el ser competentes o no, en lo anteriormente expuesto, influirá de manera determinante en las probabilidades de éxito  de nuestros proyectos. Más, si en cabe, en una sociedad donde se hace más evidente que nunca que, como dice Manuel Castells en el siguiente vídeo, el poder se articula en las cabezas de las personas.
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