feb
27
2012

Ahora más que nunca, necesitamos emprendimientos sociales.

El emprendimiento social implica una relación entre la persona y su desempeño profesional, tanto como con el ambiente que le rodea. Hace unos días escuchaba decir a un participante en una tertulia, que en nuestro país se había perdido la profesionalidad, es decir, el gusto por el bien y buen hacer en el trabajo. Según sus palabras, la responsabilidad era de  las personas que desempeñaban dichos trabajos; venía a decir que habían perdido la pasión por el trabajo.

Mario Alonso Puig propone seis claves para alcanzar la felicidad en el trabajo:

  1. la seguridad,
  2. la sensación de cierta aventura,
  3. el crecimiento,
  4. la significancia,
  5. la pertenencia
  6. y el sentido.

No se si estarán de acuerdo con él, pero estoy seguro de que, como yo, no culparán a cada trabajador de no gozar de estas claves en sus puestos laborales. En febrero de 2003, Peréz- Reverte ya describía el panorama de muchos españoles formados, que debían desempeñar varios puestos diferentes al de su perfil profesional.

No es lo más negativo el trabajar por debajo de tus niveles formativos; el drama viene por las condiciones laborales de los trabajos desempeñados: contratos a tiempo parcial, de duración limitada (si los hay),  temporadas de desempleo para evitar el contrato indefinido, despidos por bajas y otras prácticas habituales que muchos conocemos …

En estas condiciones, ¿quién tiene tiempo y voluntad de pensar en la profesionalidaad? Y lo que es más grave aún, aquellos que sí fueron profesionales, pues alguno habrá, ¿les sirvió para algo su compromiso? ¿Les reconoció alguien su valía y les señaló como buen ejemplo? Mucho me temo que no, que en muchas ocasiones fueron condenados al fin de obra o al desempleo, porque sus sustitutos resultaban más baratos.

Continua el doctor Alonso Puig afirmando que la chispa de la felicidad alumbrará nuestra vidas si le damos un verdadero sentido personal a la dirección en la que las encaminamos. En un emprendizaje social, los emprendedores  se suelen sentir identificados con sus iniciativas, lo cual implica crecimiento. La seguridad viene dada por el sentido personal de lo que se hace y la sensación de aventura es el envoltorio del todo el proyecto.

Ahora bien, asegurar que el emprendimiento social genera felicidad podría resultar hasta vanidoso. Mucho más claro parece el asegurar que para el éxito de un emprendimiento social la profesionalidad es un valor fundamental. Ya que las personas además de identificarse con la tarea, se ven directamente recompensadas y reconocidas por su buena labor y no por valoración de otros.

En el siguiente múltiple corto, que ha recibido múltiples galardones, podrás ver un claro ejemplo de las barreras al  buen hacer en el trabajo que provoca nuestra cultura laboral vigente:

Imagen de previsualización de YouTube

El emprendimiento social posibilita una identificación del individuo tanto con su proyecto como con los servicios que con él aporta. Y si genera felicidad, me atrevo a decir, contradiciendo al doctor Alonso Puig, no es porque le inmunice respecto a lo que ocurre en el mundo exterior. Sino por todo lo contrario, porque le hace consciente de lo que pasa y le hace sentir. Como dice Eduardo Galeano, aunque sea un poquito la realidad es transformable.

 

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